
Os voy a contar mi experiencia en QuirÓptimo, centro quiropráctico en Madrid:
Yo soy una persona fría en lo que se refiere a cuestiones de salud. Digamos que soy muy práctica y muy de ver resultados inminentes, lo que significa que la quiropráctica tal y como la ejecuta Jean-Romain me costaba asimilarla y ponerla en práctica.
He vivido toda la vida personal y profesional rodeada de una forma de solucionar los problemas de salud muy al estilo hospitalario: tratamientos quirúrgicos, de medicación (desde simples analgésicos a quimio y radioterapias), por lo que, en cuanto he tenido dolores musculares, articulares o similares siempre he recurrido a profesionales que han utilizado tanto técnicas instrumentales de aparataje (calor, ondas, radiofrecuencia, etc.) como después manipulación con sus manos.
En los últimos años y después de la perdida de personas queridas, mi hija, empezó a encontrarse mal, muy mal. Sus afecciones eran de tipo digestivo, llegando a impedir que asistiese a sus clases. Después de muchas pruebas, de muchos médicos y días sin dormir, nos decidimos a escuchar y hacer algo que una persona muy querida me había recomendado durante mucho tiempo: ir a ver a Jean, nuestro quiropractico Madrid, con mayúsculas, porque la vida de mi hija y la mía ha CAMBIADO, también en mayúsculas.
Tratamiento quiropráctico
Es difícil, en un principio, entrar en la rutina de los ajustes, pero una vez entras, te das cuenta de lo beneficioso que es para ti.
Nosotras somos poco expresivas para hacer comentarios sobre lo bien que esta mi hija, pero hace una vida normal y, lo mejor de todo, hemos conseguido una tranquilidad. Creo que estamos en esa fase de bienestar de la que no queremos ni hablar para que no se estropee, pero además de ajustar toda nuestra columna, que estaba contracturada, comprimiendo, en el caso de mi hija, todo el aparato digestivo, hemos conseguido tener unos hábitos correctos. Solo con pensar en Jean nos acordamos de lo bien que nos sentimos cuando estamos tumbadas en la camilla esperando a que él nos ayude a movilizar nuestro cuerpo.
No es cuestión de un día, ni de dos, ni de una semana, es cuestión de paciencia.
Nosotras después de dos años podemos decir que hemos pasado la fase aguda de nuestra dolencia, pero seguimos necesitando la fase de mantenimiento puntual y recordatorio del bien que nos hace ajustarnos.
Besos
Pilar